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27 de enero de 2020

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Muere Max, el perrito adoptado que no olvidarán en Barcelona

La vida de Max será recordada en la capital condal durante algunos años por ser el icono de la protectora de animales de Barcelona.

Su historia merece ser contada y recordada. Estas son las palabras de su dueño después de su fallecimiento.

Albena Atseva su propietario y amigo contaba: Yo lo adopté hace 4 años. Llevaba 9 años en una jaula en la protectora porque tenía problemas de comportamiento. Sufría mucha inseguridad en el refugio y mordía a todo el mundo en su defensa. Durante esos nueve años llevó bozal. Nadie se fijaba en él porque le tenían miedo, incluso los voluntarios que ya lo conocían. Cuando tuvo 11 años yo decidí que ya no podía esperar y decidí llevármelo.

He tenido que decir adiós a mi querido perrito, mi querido compañero de vida y quiero compartir con todos la enseñanza que me dio, añadía.

Las palabras de Albena Atseva relatan y demuestran lo dura y difícil que es la vida de los animales con edad a la hora de ser adoptados. 

Habla de su mascota, de su amigo desde el cariño… No era el perro preferido por la gente, pero era el perro más necesitado de todos. Así que el día 27 de diciembre 2015 me lo llevé a casa. Era sumamente feliz, siempre sonreía, siempre estaba contento, jamás se quejó, jamás mordió a nadie desde que empezó a vivir conmigo. Max, lo único que quería y soñaba era un hogar con mucho amor y dedicación.

Han sido 4 años juntos muy felices, tanto para él como para mí y el resto de mi familia peludina. Hace unos meses se le detectó un tumor cerebral. A parte de problemas cardíacos, la leshmania volvió tras casi 3 años de dar negativo. Max tenía artrosis desde que lo adopté. Lo subía y bajaba en brazos durante los 4 años, 3 veces al día…5 pisos explicaba Albena Atseva en su entrevista para La Vanguardia.

… Hace unas semanas empezó a cambiar. La mirada, no podía moverse mucho. Tenía que poner cojines y escalones por todo el piso, el agua en sitios altos porque no podía agachar la cabeza, comía solo de mi mano. Los paseos los hacíamos con un arnés y una correa especiales para poder ayudarle. Todo esto no me pesaba hacerlo, al contrario, lo quería más y más y se lo decía y enseñaba cada día, porque sabía que el momento de nuestra despedida se acercaba y no quería deberle nada, no quería sentirme mal por no haberle dado todo. 

Por eso le cuidaba cada día más y más. Hace dos días su tumor dio un brote. Tenía que tomar la decisión. Max tenía muchos miedos, no sabía dónde estaba, no entendía nada, ni apenas se levantaba. Estaba a todas horas con él porque lo único que le tranquilizaba era yo. Dormía en mis brazos. Yo le prometí que estaría con él hasta el final, que su mami siempre estaría a su lado, esto le decía durante todos estos años y así lo hice. Describía su dueño Albena.

Si él hubiera podido hablar seguro que habría dicho algo como: Cuidadnos cuando ya somos mayores, porque sólo tenemos a nuestra familia, ayudadnos a tener una muerte digna cuando se acerca el momento y no nos dejéis solos, porque sentimos su ausencia y nos da mucho miedo. Estar con nuestra familia hasta el final es lo único que queremos. ¡Por favor, no nos dejéis solos!

A lo que yo añadiría: Adoptad animales mayores, adoptad animales que no lo tienen nada fácil, porque no se merecen pasar sus últimos días, cuando más ayuda necesitan y más queridos deberían estar, en una jaula, no se merecen morir solos. Y ellos lo sienten, sí que lo sienten. ¡Y tanto!, concluyó.

Los cuidadores de Max también se han expresado con cariño:

  • Max se mostraba desconfiado con los desconocidos al inicio, como muchos otros perros, pero podías ganarte su confianza si le dedicabas un poco de tiempo y atención.
  • Siempre banco a esperarle moviendo la colita con esa cara de felicidad que solo él sabía poner, esperando que escuchaba llegar a alguna de sus personas favoritas, subía corriendo al a que fuera a buscarlo para regalarle unas caricias y salir a pasear.
  • Durante todo el tiempo que compartió con nosotros, fue el rey del patio y nunca tuvo que dormir en una jaula, ni tampoco llevar bozal salvo en los paseos durante sus últimos años en el refugio. Todos los trabajadores y voluntarios que tuvimos el placer de conocerlo realmente, que fuimos muchos, encontramos en él a un perrito sensible, alegre, cariñoso y extremadamente fiel.

El paso de Max por el refugio fue demasiado largo y los recuerdos e historias que deja en los voluntarios y cuidadores son innumerables. Si quieres una mascota, un amigo fiel… adopta. Nunca te arrepentirás.

Fotografía de Albena Atseva

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